viernes, 6 de noviembre de 2015

CAMINATA EN BUDAPEST



...Le gustaba caminar sola -era rápida y curiosa- anduvo por veinte lados buscando vagamente algo, pero sin proponérselo demasiado, dejando que el deseo escogiera y se expresara con bruscos arranques que la llevaban de una vidriera a otra, cambiando aceras y escaparates.
  Lejana, Julio Cortázar 


El deseo de recorrer Budapest a pie fue indetenible, quizás el mismo que tuvo Alina Reyes para encontrarse con su Lejana. Creo que no hay mejor forma de llevarse un recuerdo de esta enigmática ciudad.



Esta fue la ruta que seguí: comencé justo al frente de mi hotel, el Four Seasons Gresham Palace y recorrí unos 3 kilómetros.  La plaza se llama Széchenyi István Ter. De ese punto te queda enfrente uno de los célebres puentes que atraviesan el Danubio, el Puente de la Cadenas (Széchenyi lánchíd), el más antiguo de Budapest. Llegas a la otra orilla al Clark Adam Ter. Esa plaza lleva el nombre del ingeniero escocés que supervisó la construcción del puente e hizo el túnel debajo del Castillo de Buda, donde está la piedra 0 km. desde donde comienzan todas las rutas húngaras que salen de la capital.


De ese punto comencé a caminar por una acera peatonal que queda en la calle que se llama Lanchíd Utca. El Danubio te queda a tu izquierda. Esa calle termina en Ybl Miklos Ter, pasas la plaza y llegas a Dobrentei Ter, ahí subes las escaleras que te llevan al Puente Elizabeth (Erzebet Hid). Debes atravesar el puente por el lado izquierdo!
Bajas las escaleras y estarás nuevamente en Pest, que hoy en día es el corazón comercial y económico de la ciudad. Ahora caminarás en dirección contraria por Belgrad Rakpart hasta llegar de nuevo a la plaza donde comenzaste.

Si te quedaste con ánimo deportivo, puedes ir hasta la Isla Margarita donde está el parque más grande de la ciudad y tiene un "jogging track" de 10 kms.



Estuve sólo 2 noches en Budapest, un error; como mínimo me faltó un día completo más. Me encantó esta capital de poco más de 3 millones de habitantes y que hoy en día le queda grande a Hungría, siendo que este país perdió dos terceras partes de su territorio después de la II Guerra Mundial. Tampoco me fue bien con las recomendaciones de restaurantes. No puedo negar que comimos muy bien, pero en lugares turísticos, donde al entrar había fotos de famosos como en Gundel

Un espacio enorme, bien atendido, con buena comida húngara, música típica, pero como si fuera una atracción, nada de mezclarte con los budapenses. Igual a este fue Alabardos, un restaurant que está en la subida que va al Castillo. Queda en una casa renovada pero original del S. XV. Muy agradable, pero muy formal. La verdad es que comimos rico, y como era nuestra primera noche en Budapest, teníamos cierta curiosidad hacia el tema de la comida húngara tipo goulash y al final un copa del célebre vino: Tokaji, que recomiendo probar! Es un vino generalmente dulce; el más conocido de la región es el  Aszú, y el nivel azúcar se mide en “puttonyos” siendo el más dulce un 7. Pero sin duda donde mejor comimos, fue en unos stands que estaban a lo largo de la calle que lleva a la Basílica de San Esteban. Primero unas salchichas del más allá, acompañadas de cerveza húngara y después, abusamos con el Trdelnik que es un pan que hornean al carbon en unos palos de madera que giran y cuando están listos los espolvorean de azúcar. Suculentos!!



Subir en funicular es la forma más lógica de llegar al Castillo de Buda, la antigua residencia de los Reyes. Sin duda es una visita obligada, que además te regala unas vistas espectaculares de ésta ciudad rebanada en dos por un río... Aparte del paseo por los edificios e iglesias, hay una visitas especial a los sótanos y celdas del castillo.




Fuimos al Mercado Central, muy pintoresco y muy húngaro, a pesar de que seguramente lo invaden los turistas, tiene buen ambiente. Y justo del otro lado río visitamos los Baños Termales Géllert. Un edifico art déco que ya en sí te hace la visita. Las aguas termales de Budapest son las más grandes de Europa y le dan el nombre original a la ciudad: Aquincum. Ir a los baños no es nada caro, y la verdad que solo por falta de tiempo tuve que obviar una tarde de hedonismo local.




De pasada vimos el fabuloso edificio del Parlamento. Inmenso!

Por la noche y también la mañana siguiente recorrimos calles repletas de historia alrededor de nuestro céntrico hotel Una infaltable es la Calle Andrassy, donde llegué hasta la Opera,  y también la peatonal Váci Utca y una vez más, regresamos a deleitarnos con los puentes sobre el Danubio.
Una forma alterna , para los que estén en menos forma física es tomar el tranvía que va a a orillas del Danubio y así vas disfrutando sentado de puentes y edificios. Además cuesta como 1€



Un consejo: hay ciertas ciudades que ameritan un buen guía, Budapest es una de ellas. Te llevas un cerro de conocimientos de historia a tu casa, y si el guía hizo bien su trabajo, no lo olvidarás más nunca.

Después de la mañana recolectando fotos, partimos a la estación de tren Budapest-Keleti a nuestro siguiente destino: Viena.

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