Al exito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia.
Rudyard Kipling
Grave error!!!! Teníamos varios meses organizando este viaje. Había leído mucho sobre todos los lugares que visitaríamos así que fue medio fácil elegir las actividades que haríamos, así como los hoteles donde nos alojaríamos.
Bueno, escogimos ir al norte de Tailandia exclusivamente por nuestro interés en visitar un campamento de elefantes asiáticos. Había revisado varias opciones; las que mas me gustaban estaban en Chiang Rai, pero por cuestiones de precio del hotel, decidimos conocer Chiang Mai, unos 200 kms al sur. Ahí hay una serie de campamentos, pero después de tanto leer y revisar tantas opciones, nos pusimos en manos del operador Exotic Voyages que eligió mal por nosotros, y nosotros no nos dimos cuenta sino al llegar.
Antes de llegar al campamento debo decir que me sorprendió la ciudad. Un lugar en medio de unas colinas, con mucho calor a pesar de estar en diciembre y mucho tráfico, pero nuestro maravilloso hotel el Four Seasons Resort and Spa quedaba en “las afueras” en Mae Rim. Se nos hizo eterno, pero llegamos a un mini paraíso que realmente valió la pena. Al día siguiente muy temprano ya íbamos camino al campamento. La actividad aparecía descrita así: Visita al campamento de elefantes con un paseo por el rio y la montaña, luego una vuelta en carreta tirada por bueyes, y finalmente, navegación de una hora en una barcas de bambú. De regreso visita a una granja de orquídeas y almuerzo.
Al llegar nos encontramos con la primera sorpresa, a lo lejos se podían ver los elefantes con las sillas de madera atadas a sus enormes cuerpos. Yo me quedé a la espera quizás con la esperanza de haber visto mal. Entramos al lugar y los elefantes en pleno nos dieron la bienvenida. Fue un rato realmente emocionante y sin duda la mejor parte de la visita, o la única buena. Podías jugar con ellos, te cargaban con sus trompas, les dabas comida (que vendían a un lado) y ellos siempre con su ‘mahout’, su cuidador, a un lado. Estos hombres que se ocupan de los elefantes están con ellos de por vida. Vienen de Myanmar. Sin duda este trabajo lo hacen por vocación y muchas veces eres hereditario. No tienen descanso. Están con los elefantes desde que nacen, todos los días del año. Esa parte de la historia es linda y te van metiendo por ahí para hacerte sentir a gusto. De repente noté el palito con el gancho de hierro en la punta, ese que me habían alertado las páginas web. El cuidador se lo enganchaba por detrás de la oreja para que el elefante agradeciera la comida bajando una pata, o levantara la trompa, o algo así. Me ericé. Otra cosa que había leído. No deben ser forzados a hacer trucos, pero todo iba regular, y fue tan emocionante estar libremente entre tantos gigantes que me dejé llevar a la siguiente etapa de la visita. Los elefantes harán un ‘show’. Nos mirábamos las caras sin decir palabra. Todos los “no” estaban ahi frente a nuestras caras. Los elefantes jugaron futbol, pintaron con pinceles, se pararon de manos. Horrible. Tristísimo!!! Además la gente (demasiada para lo que una vez más sugerían debían aceptar por día estos campamentos), les daba plata y aplaudía emocionada, creo que sin darse cuenta realmente de lo absurdo y antinatural y casi cruel que era todo aquello.
Pero faltaba todavía el paseo en las sillas. Fue de dos en dos. Nunca menos de 100 kilos sobre un sillón de madera amarrado fuertemente a la panza. El paseo atravesó un río y luego lentamente subimos una montaña, para después devolvernos nuevamente al río y al campamento. No menos de media hora. Los campamentos a los que se puede ir son lo que te subes al animal directamente sobre su espalda. Una sola persona a la vez!!!
Al final nos bajamos, resignados y conscientes totalmente de habernos equivocado de lugar. Todavía nos quedaba un d paseo a ninguna parte sobre unas carretas que con esfuerzo casi arrastraban unos pobres bueyes flaaacos, puestos ahi solo para hacer del “tour” un “Full day”… ya que terminamos regresando al mismo lugar donde nos montamos.
Luego hicimos el “rafting” en las barcas de bambú, que estuvo muy distraído. Un paseo tranquilo por el río Maetang. El almuerzo en el orquidiario fue de segunda, y considero que poco acertado para viajeros que se alojan en un hotel como el nuestro y que sin duda hubiéramos preferido regresar al hotel y almorzar allí.
La moraleja de esta historia es que siempre hay que investigar y no dejarse llevar por consejos que son solo en interés del operador.
Maetaman nos costo alrededor de US$ 55 por persona, lo cual es menos costoso el resto.
Si realmente quieres tener una experiencia más natural y más ética intenta con estos campamentos en Chiang Mai:
-Baan Chang
-Ching Dao Elephant Camp
-Elephant Nature Park
-Patara Elephant Farm (paseo a pelo -sin silla-)
-Thai elephant Conservation Centre (hazte “mahout” por un dia)