viernes, 20 de marzo de 2015

PATAGONIA INMENSA...PARTE 1

CONTINUACION: COYHAIQUE 





Casi sin planearlo, nos vimos con cuatro días libres.  Cuatro días a nuestra entera disposición. La única condición del juego era llegar a Ushuaia en la fecha en que nos esperaban. Pusimos nuestras cartas sobre la mesa y nos dispusimos a jugarlas todas. Salimos una mañana bien temprano antes que el sol se despertara. De la cama de la casa en Arelauquen Bungalows en Bariloche saltamos a nuestra recién alquilada camioneta: una Toyota Hilux blanca equipada con todo lo que aspirábamos menos la entrada auxiliar en el equipo de música. Descubrir eso nos hizo reír y llorar!! Qué haríamos esos días sin música? De seguro en pocas horas nos habríamos contado todas las historias que conocíamos.  Compartimos los cuentos con los de Landricina, un comediante argentino que nos acompaño vía CD.  Poco más adelante en una estación de servicio, nos hicimos con otro compañero de viaje: Enrique Iglesias, quien nos cantó sus temas en gran parte del recorrido.

HILUX HTN 987


RUTAS INFINITAS



Coihayque, en la Región de Aysén en Chile fue declarada nuestro ciudad destino del día, o sea más de 700 kilómetros de recorrido. No estábamos muy claros de lo que estábamos buscando en ese lugar, pero sí convencidos de que allí queríamos estar. Así que la noche anterior había intervenido todos los sitios web de hoteles y elegido en el que pasaríamos la noche.
Recorrimos fácilmente casi dos horas antes de parar a tomarnos un café. Ya comenzaban a abrir las panaderías, así que nos bajamos en un pueblo en la ruta, y compramos “facturas”, (es divertido llamar con nombre de ticket de compra, a un pan dulce relleno de mermelada), medialunas, y otros pancitos más, y subimos de nuevo a la camioneta para seguir nuestro camino.
Es increíble el hambre que dan los recorridos por tierra. Casi sin haber hecho la digestión del desayuno, ya estábamos comiendo papitas y dulces.
El camino es largo, bellísimo. Al principio está pavimentado, después se convierte en carretera de “ripio” que es un camino de tierra pero compactada, y que dependiendo del clima se hace más o menos fácil para manejar. Lo importante es saber que no es lo mismo que el asfalto. Es difícil mantener el control. Cuando está muy seca levanta polvo y piedritas y puedes causar un accidente si te cruzas con otro carro en la vía. Si está húmeda o hay nieve, se forman canales por donde ya han pasado carros antes y entras en esos rieles y si te sales es tan violento que puedes hasta volcarte. Pero si te gusta andar en carro, nunca te vas a fastidiar, es ilimitado el paisaje. Al principio del recorrido, todavía en Argentina están los lagos Gutiérrez y Mascardi. Después se vuelve más árido y aparecen algunas montañas. Luego en un momento dado, cruzas al este por la ruta 259, donde paramos en Esquel a poner gasolina y luego seguir vía Trevelín para llegar al Paso Futaleufú. Nosotros teníamos GPS y plano tradicional, que me pareció un buen complemento a la modernidad.
Una vez en Chile queríamos encontrar la Carretera Austral, que era algo importante para nosotros, una especie de meta. 


La carretera es de ripio en buena parte de su recorrido y otra está siendo asfaltada por lo que a veces estaba cerrada por ratos y nos hacían esperar mientras la maquinaria hacia su trabajo. El recorrido es fuerte, con tramos bien complicados. Nos paramos a comer (una vez más con hambre). Encontramos un poblado: La Junta, y un pequeño restaurant a orillas de la ruta.  Comimos riquisimo. Comida súper casera atendida por dos señoras que me imagino que cocinaban para los obreros de las obras en la ruta. Ahí conocimos el postre tipico chileno Mote con cosillo. Ni siquiera entendimos bien el nombre y por un tiempo lo llamamos diferente. Se trata de un durazno en almíbar sobre el que además nadan unos granos de trigo. Es diferente, es muy sabroso. Hay que probarlo! El lugar se llama Donde La Rosita.  Nos costó como 10 US$ por persona.


Una vez más arrancamos en dirección a Puyuhuapi, pensando que nos habíamos extendido demasiado en la sobremesa y temiendo no llegar, además sorprendidos por lo mala de la ruta pero que de alguna manera nos divertía. La tarde se puso espectacular, pasamos por varios lagos y cascadas y nos bajamos en la Cascada de la Virgen (donde se nos apareció una imagen). 


Después seguimos nuestro camino pasando por lagunas y bosques. Terminamos atravesando Coyhaique de noche, y unos pocos kilómetros más allá, el Cinco Ríos Lodge. Me encantó lo discreto de su aviso para la belleza del lugar. Cómo recomendar algo tan lindo en un lugar tan perdido? Fuimos atendidos por los dueños que nos dieron lo que ellos decían era el mejor cuarto del “lodge”. Era de esquina, sin nada que envidiarle a cualquier 5 estrellas. Impecable, con una cama deliciosa, un ambiente especial, decorado con libros de la región, y muchos detalles. El lobby con techos altisimos, con un comedor donde cenamos (otra vez nos dio hambre) delicioso y que al igual que el alojamiento, es de recomendar; y finalmente en la mañana…la vistaaa!!! hay como un cañadón abajo que resulta ser el Rio Simpson y al frente los Andes patagónicos. Increíble, realmente emocionante. Ese lugar es ideal para pesca de la que llaman pesca con mosca “fly flishing” y ese es su mercado más importante. Ojo, no es un lugar barato para nada, pagamos casi US$ 200 con desayuno incluido.



CINCO RIOS LODGE














No hay comentarios:

Publicar un comentario